En medio de la tormenta
se escucha vivo, el rugir del viento
mientras la corriente arrastra en sus aguas
la fuerza de un cuerpo sin vida.
En una de las nueve noches
su llanto llegó a los dioses,
su alma se unió a ellos
su cuerpo quedó en el olvido.
En su puño sagrado se alza
se alza inerte el ultimo respiro nocturno
como un corazón colapsado
ante el dolor.
En sus ojos el profundo grito
de los ancestros,
en su mente clara, las voces y su dirección.
Su mano, la ferviente llama
que abraza los áridos campos,
la vida, la tierra.
Como si su brillo fuese la oscuridad
que encierra un alma en la noche más solitaria;
el agua más oscura, la tierra más oculta
su escencia es la vida, la muerte;
su sangre el rojo atardecer.