En las riberas del destino
una figura se ahogaba,
se ahogaba sobre las tempestuosas aguas de su vida,
perdido en un sueño
de un mundo dejado en el olvido.
Nadie acudió en su auxilio,
la corriente impedía que su fe lo salváse,
pasados los minutos
su cuerpo pesaba...
Ya no era el de ayer
hoy, era el que tenía que ser.