Las palabras tratan de abandonar el abismo silencioso;
el páramo está inerte y callado
cubierto de nubarrones en la fría noche.

El fuego escala las murallas… sobre la luna más oscura
fría noche de invierno de claras intenciones
un ente vacío, de aguas turbias como la sangre.

En un instante el silencio se vió roto
llegó el agrio sonido, como crujir de huesos
apretujando el aire contra los pulmones.

Calma los susurros de tu voz, que
las palabras se congelan en la agitación del leve respiro;
sólo existe esa completa sensación
en las llamas de lo desconocido.

Sólo la intención de movernos quema nuestros cuerpos
el pensar en ello propaga la angustia;
la desesperación y el ardor amigos sinceros
Del frio que consume el aliento.