Tantos deseos de ti
que hasta mi corazón se consume por el placer
deseo beberme tu esencia en suspiros y jadeos
escurridos de entre mis dedos
bajo las suaves sábanas.
Mis manos ascienden a las elevadas cimas de tu pecho.

En tus ojos está el don de la belleza hecha mujer;
es algo indescriptible
mayor que la fe, aumenta mientras más crea en ella.

Transformamos temores en pura e inocente fantasía
que ninguno pudo comprender,
creamos la tormenta delante nuestro
sacudimos cada alma
rodamos para implorar, rogar salvación,
nos introducimos al desenfreno hasta padecer sufriendo e implorando.

¡Inútil es el perdón!
¡Inútil el descansar, de tanto tantos deseos de tí!